viernes, 6 de mayo de 2011

Jugando con la frivolidad.


   Hace unos cuantos días, alguien me comentó que suelo dar una imagen de persona frívola y distante, y ante tal afirmación, yo, le tuve que dar la razón, porque puede... que esa sea una parte de mi naturaleza, la frivolidad, a la que yo considero como una gran virtud postmoderna.
   Si nos ponemos a pensar fríamente en ella, podemos decir que la frivolidad se relaciona íntimamente con la actitud superficial, con la práctica generalizada de la broma, en definitiva, es la antítesis a la profundidad de espíritu y a la seriedad, como actitudes vitales. Y quien me conozca de una noche... puede irse a su casa pensando así sobre mi (os insto a que probéis una noche de fiesta conmigo) o incluso a la mañana siguiente, seguiríais pensando lo mismo... porque, de fiesta, quien no se puede permitir el lujo, de jugar con la frivolidad? A veces, se convierte en un algo bastante divertido.
   Sentirse vulnerable no es una sensación que nos guste a nadie... por eso cada uno de nosotros, se hace un traje a su medida para poder disimular esa fragilidad. Yo utilizo la frivolidad, y reconozco, que cada vez soy más adicto a ella... pero hay gente que utiliza mil y una vestimentas diferentes... el silencio? podría ser una de ellas... porqué no?

   Normalmente soy una persona que no se abre mucho a los demás, bastante reservado para unas cosas, y mucho más para mis inquietudes, de ahí viene esa imagen frívola que los demás tienen de mi, demasiadas son las veces que me da igual, pero otras, si que me importa, sobre todo, cuando creo que la persona que tengo delante merece la pena. Aún así, de vez en cuando, me sigue saliendo el "ramalazo". Pero de todos modos, sea como sea, sigo pensando, que la frivolidad me sitúa en un pedestal, algunas veces inalcanzable, desde el cual miro todo desde otra perspectiva (que nunca por encima del hombro) y en el que me puedo sentir protegido... pero cuando bajas de ese pedestal, corres peligro de convertirte en uno más...

   Jugando con la frivolidad, me han pasado muchas aventuras, y haciendo memoria, la más subrealista fué, cuando hace bastante tiempo, casi (y digo CASI) me voy a la cama con un menor de edad (16 añitos tenía el pobre infeliz, bastante alto para su edad, y demasiados músculos todavía, para ser tan joven) pero quiero dejar bien claro, que en todo momento conté con la bendición de su padre (que me besó la frente para dármela) tal y como sucedería en cualquier historia del medievo! El susto que me llevé cuando su padre me dijo la edad! En ningún momento pude pensar, que ese chico tenía los años que tenía... y más susto cuando el chico en cuestión me dijo que su padre estaba allí y quería dármela!! Como os he dicho antes... subrealista total!! Estos son los peligros que corres al dejarte llevar por la noche, y ya sabéis que a mi la noche, me gusta demasiado.
Así que gracias al poco sentido común que me quedaba... y al alcohol que llevaba en la sangre, que no me hubiera permitido hacer nada... me fui a casa como un chico bueno! Si que es verdad que las risas que nos hemos echado desde entonces mis amigos y yo sobre esa situación han sido constantes... aunque finalmente llegué a la conclusión de que no soy tan frívolo como parece! o quizás si...??
  

1 comentario:

  1. Hoy toca de arena.

    La frivolidad es una buena armadura, si señor, coraza indestructible ante la que todo resbala.

    Pero, pero, pero, ...todo tiene un pero, u dos (como diría el paisano), ya sabes, esa coraza puede también fraguar un muro inexpugnable para ciertas personas, que intimidadas, ante esa línea defensiva, se limiten a ver el espectáculo desde fuera, sin intentar siquiera atisbar el interior de tu plaza fortificada. Y eso que te pierdes; quien sabe, quiza esa persona está llena de sabiduría, amor, millones de dólares, nu sé.

    Por otro lado, ese manto de frivolidad, aderezado con una locuacidad desbordante y unas gotitas (muchas) de alcohol, suelen convertir la línea de defensa en un ataque en toda regla, seguro que no premeditado, pero potencialmente hiriente, por lo que mucho ojito, la hoguera de la vanidades no se apaga con chupitos, se crece.

    A todo esto, yo también te quiero, eh?

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