En
un comentario que me dejó AntWaters del blog Fuertes del Mar, había
una frase que me hizo pensar en un tema muy específico y que trata
sobre el amor y la convivencia, la frase en cuestión decía algo así
como que Punset tenía que pensar en “el
amor y recoger calzoncillos por la mañana”
la cual, pienso tiene toda la razón...
Como
ya escribí en mi entrada anterior (El amor nos vuelve gilipollas) al
principio de una relación, todo es bonito, perfecto, estupendo y sin
problemas... toda estas aventuras idílicas, se convierten en unas
ganas, cada vez mayores, de una convivencia conjunta, siempre que se
tenga la posibilidad claro está, de hacerlo, un acercamiento más
intenso y un deseo casi de verse las 24 horas, que es lo que la
química de la que hablaba en la entrada anterior, te hace desear.
Cuando estamos enamorados, cualquier espacio de tiempo alejados de
nuestro amado/a, nos parece una eternidad.
Pues
bien, al principio de la convivencia, cualquier mínimo detalle se
hace mágico, estupendo, algo por lo que tener motivos para
celebrar... la primera comida en el nuevo hogar, la primera cena, el
primer polvo en la ducha del domicilio marital,
la primera colada juntos, cuando toca hacer limpieza a fondo del piso
en pareja... todo es perfecto, parece que estuviéramos viviendo en
un cuento de hadas... pero cuando pasa el tiempo, y todas esas
“primeras veces” ya se convierten en unas terceras, cuartas o
quintas... la cosa cambia! ¿Por qué creéis que en las películas
siempre termina la historia cuando el chico se queda con la chica y
se van a vivir juntos? Pues porque si nos mostraran el día a día de
la pareja, ya no sería tan perfecto todo, veríamos sus discusiones
del porqué no has hecho esto, sus quejas por las cosas mal hechas,
las excusas para no hacer las obligaciones del día a día... y no es
que lo quiera poner fatalista, pero esas cosas pasan ¿o no?
Hay
días que acabas hasta las narices de recoger los calzoncillos que se
quedan en el suelo del baño, prefiero recoger los del dormitorio,
signo de que la noche anterior se ha dormido poco. ¿Podríamos decir
que la convivencia mata al amor? No se si me atrevería a decir
tanto, pero si creo que lo va mermando. Por eso, hay que hacer de la
convivencia algo diferente cada día, inventar cosas, alguna que otra
sorpresa de vez en cuando... es difícil, lo sé, pero quien
algo quiere... algo le cuesta.
Y no me voy a poner fatalista, ni negativo, también la convivencia
tiene sus cosas buenas, y tenemos que apoyarnos en ellas para seguir
un día más; cuando llegas a casa y está él esperando con la
comida hecha, cuando te quedas dormido y te despierta con un beso
para que no llegues tarde a trabajar, cuando el tendedor lleva 3 días
ahí, estático y un buen día te das cuenta que ya está todo
doblado y recogido, cuando te encuentras notas de amor por toda la
casa... esas cosas, son las que hacen bonita la idea de irse a vivir
juntos, son por las que merece la pena la decisión de compartir el
día a día con tu pareja en el mismo hogar. Al fin y al cabo... eso
es lo que queríamos ¿no?
Y
tú... ¿cansado de recoger calzoncillos por el suelo?